El camino
El camino vital más radical, es aquel que abrazas aun sabiendo que, solo puedes transitarlo destruyendo cada pieza que te da una identidad, lo abrazas con la calidez del desapego a quien un día creíste ser.
Jairo Lago
12/9/20252 min read
El camino vital más radical, es aquel que abrazas aun sabiendo que, solo puedes transitarlo destruyendo cada pieza que te da una identidad, lo abrazas con la calidez del desapego a quien un día creíste ser.
Esto lo escribí anoche, en un estado de duermevela delicioso, dónde las ideas vuelan entre la cognición y la animalística más pura y ahora me siento a escribir con Celia Cruz de fondo, pensé en cambiar la música por algo más melancólico como Radiohead, Low Roar o M83, grupos que me hacen cruzar el abismo y dejan salir mi estilo de escritura característico pero ¿qué pasa si escribo con salsa de fondo? Lo averiguaremos pronto.
Tenemos ante nosotros una basta incertidumbre a cada momento presente que experimentamos, tras nosotros una lista interminable de momentos que, a priori no condicionan y nos (con)forman tal y como somos. En este flujo imparable de presentes que se suceden continuistas como si una cascada al final de un río se tratase, nos encontramos nosotros. Sin posibilidad de dar al pause, de observar por más de ese efímero instante al que llamamos presente, ni una mísera gota de agua. Tan solo un flujo constante de presentes, empujando el momento actual y atropellados por el continuante, es nuestra experiencia y en dicha experiencia, nuestra mochila a priori que nos convierte en una cámara de eco enorme.
Pues si fueses un martillo, todo sería un potencial clavo.
Tan solo algunos somos conscientes de que, la forma de avanzar en dicho río caudaloso e infinito es, saltar al vacío y para ello, debemos soltar la mochila a priorística que cargamos y que nos haría tan pesados que no podríamos volver a la superficie y yaceríamos en el fondo para siempre.
Por ello, viendo el flujo incansable de presentes, no podemos más que ir vaciando dicha mochila, sin miramientos pero, con una cierta gentileza ante todo lo que fuimos capaces de atesorar y que, siendo conscientes o no, nos daba una identidad. Para finalmente y ya sin nada en dicha mochila, siendo nada y todo al mismo tiempo, eliminando todo lo apriori y permitiéndote ser libre en un salto al vacío que sabes que necesariamente, te llevará a aguas más bravas, más tranquilas, meandros, lagos y finalmente a unirte al basto mar, donde quizás o no, terminarás entendiendo que eres o quizás, con suerte, allí no sea necesario.
