La dulce adicción a la melancolía: habitar la oscuridad en la era de la felicidad impostada
Una defensa de la melancolía frente a la tiranía de la felicidad. Habitar la oscuridad como acto de libertad y reconciliación con el cosmos.
Jairo Lago
5/8/20243 min read


Dulce adicción melancólica.
¿Por qué existimos seres adictos a la melancolía, a los días lluviosos, a los finales tristes?
La melancolía al contrario que la alegría, guarda un halo de misterio que nos atrapa, tira como si de una fuerza gravitacional se tratase, para dejarnos ahí, el el borde, en el horizonte de sucesos de la angustia entre la alegría y la tristeza... que paz... ahí, donde acallan la algarabía, donde los colores se atenúan, respiro paz y quietud.
He pasado gran parte de mi vida, siendo una persona alegre <o eso creía>, en realidad siempre he sido un alma rota que, sin saberlo, peleaba por no serlo. Toda una vida confrontando mi lugar de confort, la vida gris, las gabardinas largas, la mirada perdida y ausente, toda una vida huyendo de mi casa, de donde nunca debí huir.
Como si Huxley se hubiese disfrazado de Nostradamus, vivimos en un mundo feliz, aunque con tintes Orwellianos en ello. Vivimos en una Happycracia <este término no es mío, lo tomo prestado>, donde sólo se permite ser feliz, o como mucho puedes ser una suerte de ser humano ansioso-depresivo en busca de la felicidad. Imagino que te habrás dado cuenta... me resulta imposible hablar de felicidad sin que aparezcan títulos de libros, películas, etc... todo ello porque el propio arte nos ha venido empujando a este estado de felicidad impostada, felicidad de Instagram en el que vivimos.
Todos son muy felices, hasta que se bloquea la pantalla del iPhone último modelo <igual a los 6 anteriores pero cada uno 200€ más caro que el anterior> y aparece la realidad o lo que queda de ella. ¿Ya has llegado al punto de no saber lo que es real y lo que no? A día de hoy, un like en redes sociales es más importante que un abrazo, que una palabra de consuelo... a día de hoy lo digital se superpone a la carne y me aterra... Me aterra porque ha sido capaz de forzar una alienación vital como nunca. He vivido toda mi vida queriendo ser una persona que no soy, fingiendo ser alegre y feliz, cuando en realidad lo que más disfruto es la otra cara de la moneda <si es que esta solo tuviese dos>. Esto no quiere decir que no me guste reír, saltar, emocionarme de dicha o cualquier otro sentimiento relacionado con la alegría, todo lo contrario, me encantan; pero me encantan precisamente, porque son la excepción... mi vida siempre es oscura, en un escritorio a la luz de mi lamparita de noche, con un cuervo revoloteando mi cabeza. La luz viene a pequeños destellos y por eso me sacude tanto y me encanta, pero cuan estúpido he sido, queriendo huir hacia esa luz, cuando la oscuridad era mi casa... Odiando las sombras, la noche y la desesperanza, en pro de una vida llena de color y vivacidad... Hoy me he dado cuenta que, la vivacidad es maravillosa, sí... pero en pequeñas dosis. Mi casa es la caverna de Platón, oscura y fría, llena de sombras, metáforas y preguntas sin responder, mi casa es aquel sitio de donde muchos queremos huir, porque nos han dicho que está mal sentirse así, pero ¿cómo va a ser mala la oscuridad si el 99.99% del universo es oscuro? ese 0,01% de luz es lo que nos da vida y es tan valioso porque es escaso, pero no por ello debemos anhelar la abundancia de la misma, si no, aceptar la realidad oscura de nuestra realidad, disfrutar la asimetría de poder y regocijarnos en nuestra melancolía pues además de darnos cobijo, nos consuela y en un mundo donde llegar a él, ya es un trauma en sí mismo, pues la llegada a nuestra vida, vaticina nuestra inexorable muerte... es ese tono grisáceo lo que nos permite tolerar una realidad negra, triste y finita, adornada con chispazos de vitalidad.
Por ello, la melancolía me atrapa, no me deja salir y hoy he decidido caer en sus brazos dócilmente, para estar en paz con la realidad del cosmos y regodearme en la grisácea existencia que he venido a tener aquí.
Feliz muerte a todos :)
